La crisis frena créditos hipotecarios y golpea al plan de Javier Milei

Ejecutivos del Banco Nación se preparaban para viajar a Wall Street, listos para comenzar a promocionar una colocación de bonos que financiaría hipotecas en Argentina.
Habría sido un acontecimiento bastante insignificante para los banqueros en la mayoría de los países. Pero en Argentina —donde los residentes se han visto obligados a comprar viviendas con fajos de billetes tras décadas de inflación descontrolada, devaluaciones y defaults que sacudieron una y otra vez la economía— era una señal de que por fin se avanzaba hacia cierta normalidad.
Entonces, la crisis volvió a estallar.
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Tras la reciente derrota electoral que sufrió el presidente Javier Milei, y que amenaza con descarrilar su agenda de libre mercado, los inversores huyeron en masa, provocando una corrida cambiaria tan fuerte que la administración Trump prometió un salvavidas de US$20.000 millones para estabilizar los mercados argentinos. Con el aumento de las tasas y la sequía de crédito, el estatal Banco Nación suspendió su viaje a Nueva York, según una persona al tanto del asunto. Otras entidades crediticias casi triplicaron las tasas hipotecarias a 15% por encima de la inflación, amenazando con paralizar un sector del sistema financiero que recién había vuelto a la vida.
“Estas tasas son un golpe mortal para el mercado hipotecario”, dijo Juan Manuel Truffa, economista de la consultora local Outlier, antes de los anuncios del gobierno estadounidense.
La reciente turbulencia del mercado fue un claro recordatorio de que, pese a los signos de recuperación desde la llegada de Milei hace menos de dos años, su éxito dista de estar asegurado. La llamada terapia de shock que implementó el líder libertario logró bajar la inflación —llevándola desde niveles de tres dígitos a alrededor de 34%— al recortar gasto, despedir empleados públicos y desregular amplios sectores de la economía. Pero su popularidad cayó, afectada por los recortes en salud y educación y por un escándalo de sobornos que se extiende a su círculo más cercano.
Tras la inesperada derrota de su partido en elecciones de la Provincia de Buenos Aires a comienzos de mes, los inversores internacionales empezaron a retirar su dinero, apostando a que su frágil posición se debilitaría aún más con las cruciales legislativas nacionales de fines de octubre. La ola de ventas golpeó al peso, las acciones y los bonos, hasta que intervino el Departamento del Tesoro de EE.UU., con el fin de evitar que una crisis arrasara a un aliado ideológico en la antesala de las elecciones.
Aunque la tormenta se calmó, el episodio ha ensombrecido la economía al encarecer el crédito. Justo antes de la venta masiva, la tasa interbancaria a un día saltó a cerca de un 80% y el costo de los préstamos corporativos a corto plazo superó el 100%. Desde entonces, las tasas apenas han cedido parte del aumento.
En el mercado hipotecario, Banco Ciudad ya había dejado de otorgar nuevos créditos, según personas al tanto de la situación. Otras grandes entidades crediticias endurecieron requisitos y elevaron drásticamente las tasas.
Florencia, psicóloga escolar de 33 años, y su esposo habían obtenido en agosto la aprobación de una hipoteca a 30 años para financiar un departamento de un dormitorio y un baño de US$85.000, ubicado al sur de Buenos Aires. Pero justo antes de que los resultados electorales sacudieran los mercados, el banco les retiró la oferta debido a que, según dijeron, su puntaje crediticio ya no alcanzaba.
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“Quedamos devastados. Era un proyecto de vida para nosotros, después de tantos intentos fallidos”, contó Florencia, que pidió no difundir su apellido por temor a que la publicidad complique sus posibilidades de obtener un crédito. “Solo espero que esto se estabilice. Vivir así es una locura”.
Banco Nación, que concentra cerca de la mitad de los créditos hipotecarios en el país, es el único que no modificó tasas. Pero fuentes al tanto señalaron que casi duplicó el puntaje requerido para acceder a préstamos y suspendió el viaje a Nueva York para promover posibles emisiones de bonos que habría ampliado su capacidad de financiar hipotecas.
Daniel Tillard, presidente de Banco Nación, negó haber endurecido los requisitos y apostó a que los efectos de comienzos de mes serán pasajeros. “Creemos que las fricciones son propias de un período electoral, tanto en crédito hipotecario como en el resto de las tasas”, dijo. “Deberían tender a normalizarse”.
Por ahora, sin embargo, la escasez crediticia golpea lo que había sido uno de los primeros éxitos de Milei.
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Cuando asumió, el crédito hipotecario estaba prácticamente extinguido en Argentina, ya que la inestabilidad política crónica y la inflación descontrolada daban a los bancos pocos incentivos para ofrecer préstamos a largo plazo. Los compradores tampoco confiaban, porque las tasas están atadas a la inflación, lo que dispara los pagos mensuales cuando suben los precios.
Así, la mayoría de las viviendas se compraban con fajos de dólares, la moneda en la que los argentinos han preferido proteger sus ahorros.
Con la baja de la inflación, el mercado hipotecario revivió. En 2024, los bancos otorgaron préstamos por US$1.300 millones, frente a apenas US$40 millones en 2023, según la consultora Empiria. Este año siguió creciendo hasta unos US$2.500 millones a fines de agosto.
Sin embargo, incluso antes del caos de este mes en los mercados, ya empezaban a aparecer obstáculos. Las medidas de Milei para restringir la oferta de pesos —y así fortalecer la moneda— tuvieron como efecto colateral un ajuste del crédito. Y, a medida que el peso seguía cayendo, las propiedades —que suelen cotizarse en dólares— se volvieron más inasequibles.
“Esto iba a pasar tarde o temprano”, dijo Federico González Rouco, economista senior de Empiria. “Obviamente, el riesgo elevado complica las cosas. Esto va a durar unos meses en el mejor escenario.”
Juan Pablo Rotger se considera afortunado. A fines del año pasado, compró con su esposa un departamento de US$200.000, de dos dormitorios y dos baños, al norte de la capital gracias a una hipoteca del Santander con tasa de 5,5% más una variable que sigue la inflación local.
“Entramos en el momento justo”, dijo Rotger, de 29 años. “Es una lástima que haya durado tan poco”.
GZ
Fuente: www.perfil.com